Durante más de cuarenta años, en el mundo árabe “ejército” había rimado con golpe de Estado, estado de emergencia, secreto y vigilancia. La institución estaba en el origen de los sistemas políticos o era su garante definitivo, pero había llegado a ser poco visible. Sin embargo, en numerosas ocasiones encarnó el papel de protector de la población y salvador del Estado. Aunque representa un componente del aparato de seguridad pública, el último recurso del poder, en Túnez, Egipto, y hasta en Libia, lo hemos visto disociarse de las fuerzas policiales, reconocer como legítimas las reivindicaciones de los manifestantes y, finalmente, abandonar al jefe que él mismo había llevado al poder y bajo cuyo mando teóricamente operaba. ¿Qué ha pasado, en el transcurso de estas décadas, para que las sociedades se regocijen de la intervención militar, incluso como para reclamarla a gritos, como se pudo ver en Túnez primero y luego (...)
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La primavera democrática de las sociedades árabes
Los ejércitos y las revoluciones árabes
Igual que le ocurrió a los regímenes del “socialismo real” en Europa del este después de 1989 o a las dictaduras militares en América Latina a lo largo de los años 1990, las autocracias árabes a la hora de la defender su sobrevivencia no pudieron contar con el apoyo las fuerzas armadas. Tanto en Tunez como en Egipto y hasta en Libia, el ejército se negó a disparar contra el pueblo, entendió sus reclamos y en muchas ocasiones se sumó a la insurrección. Quien debía ser el último recurso del sistema, no lo fue. ¿Cómo se explica semejante actitud?
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