A pesar de lo que da a entender la portada, ésta no es la enésima crónica del 15-M. Más bien cuenta el proceso que lleva a una persona concreta de la generación perdida al despertar colectivo que supuso la plaza quincemayista. Y eso a partir de sufrir en sus carnes esa lógica liberal llamada ahora crisis.
Miguel Brieva elige retratar a los que llama "emperdedores" desde lo individual y lo cotidiano. Lo cual, por cierto, resulta de lo más lógico teniendo en cuenta los valores imperantes. Estamos seguros de que muchos lectores se verán reflejados en su protagonista, en su vagabundeo, en su falta de perspectivas, en su depresión y hasta en sus alucinaciones. No obstante, su caracterización se aleja del arquetipo para abrazar la complejidad de la novela gráfica.
Una complejidad que no termina en este personaje, sino que abarca la obra entera. De hecho, sorprende la madurez de Brieva en (...)