Psicólogo de profesión, el vallisoletano Martín Garzo no se considera un hombre de letras. Tuve que descubrirlo en 1994, cuando le dieron el Premio Nacional de Narrativa por El lenguaje de las fuentes. Se convirtió en autor inconfundible por su forma de abordar el amor entre una Virgen María dulce y manca, bien alejada de la tradicional concepción inmaculada y la virginidad maternal; y un José derrengado por la edad y las magulladuras causadas por los años.
Revelación tardía para mí, pues Martín Garzo ya llevaba dos novelas muy apreciadas en círculos minoritarios, hasta que, en 1999, ganó el Premio Nadal por Las historias de Marta y Fernando y el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Tres cuentos de hadas. Desde entonces se le reconoce enseguida por sus temas y su estilo.
La novela que ahora nos ocupa surge del relato que su madre le leyera de niño: “Encuentro a (...)