“Escribo/ para apoyar el cuerpo en la pared de la muerte” (“Voyage…”, III). La nada a la que alude la poesía de Aitor Francos (Bilbao, 1986), supone, en realidad, la posibilidad del todo: cada poema, cada reflexión, cada evento están contenidos en su biblioteca personal, la receptora última de todos los libros. Lo que Francos ofrece a sus lectores en su poemario Las dimensiones del teatro no es una reflexión, sino toda una filosofía; un manual de vida parecida a la natación: hay que seguir el hilo “que es solo vida si se acerca al agua” (“Los nadadores…”, II).
La lucidez lo lleva a definir la ambigüedad esencial en el corazón de toda obra literaria, “metáforas inconcretas, / transparencias ordenadas, y una impecable / simulación de la realidad” (“Svappavaara”). Desafía así el lugar central de la razón, mientras sugiere que la existencia es sencillamente incomprensible, inflexible a la planificación humana. No (...)