En las primeras horas del 3 de agosto de 2006, el presidente ucraniano Víktor Yushchenko aceptó nombrar a la cabeza del nuevo gobierno a su principal rival, Víktor Yanukóvich. La otra alternativa que se le ofrecía era disolver el Parlamento y organizar nuevas elecciones, en las cuales su partido corría el riesgo de sufrir un retroceso. Hacía cuatro meses el país parecía paralizado, ya que la “coalición naranja” no lograba superar sus divergencias para formar un nuevo Gobierno. El jefe de Estado puso a dos de sus hombres en Asuntos Exteriores y en Defensa, y dejó el resto de los ministerios al jefe del Gobierno. ¿Saldrá así Ucrania de su inestabilidad política crónica?
La última crisis se remonta a las elecciones legislativas del 26 de marzo pasado. Aunque no representaron una victoria para los artesanos de la “revolución naranja”, fueron un éxito para sus valores. Rompiendo con la tradición de recurrir (...)