El Acuerdo Económico y Comercial Global (AECG o CETA por sus siglas en inglés) entre la Unión Europea y Canadá, negociado desde 2009 en el mayor de los secretismos, debía firmarse el 27 de octubre de 2016. Pero trece días antes de la ceremonia, el Parlamento de Valonia, dominado por el Partido Socialista, se negó a dar luz verde al Gobierno belga para concluir el tratado. Este cataclismo dio a los dirigentes europeos una nueva oportunidad para demostrar su desprecio por los pueblos. Paul Magnette, ministro presidente valón, se encontró de repente en la situación del primer ministro griego, Alexis Tsipras, durante el verano de 2015 y de todos aquellos que no aceptan someterse: fue el objetivo de los ataques de la Comisión Europea.
Al término de intensas negociaciones y tras múltiples amenazas, un nuevo acuerdo se adoptó, finalmente, con el asentimiento del Parlamento valón. Algunos vieron en esta adhesión una (...)