En Quebec ya no se habla más que de soberanía. “Ese es su drama”, declara el escritor Gil Courtemanche, quien también agrega: “Nuestra principal preocupación debería ser en primer lugar democratizar la democracia. Luego veremos si somos capaces de hacer de nuestro país un modelo en su género, es decir, una nación soberana e independiente”.
Ha bastado que Jacques Parizeau, el ex primer ministro, publicara el 18 de agosto de 2004 una columna en la que se interrogaba sobre “la oportunidad de un tercer referéndum sobre la soberanía de Quebec” para que el debate se reiniciara de inmediato. Tras el fracaso de la primera consulta plebiscitaria en 1980, después de la de 1995, que dio una ajustada victoria al “no”, el actualmente opositor Partido Quebequense (PQ) no ha dejado de cargar la cruz de ese “deber histórico de acceso a la independencia”, fundamento de su legitimidad. Como recuerda Louise Beaudouin, ministra (...)