Abrir nuevas escuelas públicas y cerrar otras: esta es la última estrategia de los alcaldes estadounidenses que tratan de frenar la “fuga de blancos” (white flight) hacia la periferia.
El traslado al centro de las ciudades de familias de clase media principalmente (pero no exclusivamente) blancas que matriculan a sus hijos en escuelas modernas provoca un aumento de los precios inmobiliarios, la proliferación de cafés, supermercados de postín y boutiques elegantes y, en suma, un encarecimiento del coste de la vida que termina expulsando a los inquilinos de bajos ingresos. La presencia de habitantes privilegiados también se traduce en una mayor vigilancia policial y una mejora de la seguridad. Esa dinámica de desplazamiento y metamorfosis urbana tiene un nombre: gentrificación.
El fenómeno no es nuevo. Desde hace décadas, las autoridades municipales y federales recurren a toda clase de estratagemas para desplazar a los habitantes desfavorecidos hacia las zonas que concentran terrenos de (...)