En 1978, Ignacio Ramonet y yo entrevistamos a Leonardo Sciascia para la revista Triunfo. El escritor siciliano nos explayó la tesis de que Majorana había desaparecido (o se había “suicidado”) por creerse implicado en la utilización de la energía atómica. De este modo lo anunciaba el semanario Domenica del Corriere: “Ettore Majorana, profesor de Física Teórica en la Universidad de Nápoles, ha desaparecido misteriosamente en los últimos días de marzo. De 31 años de edad, 1,70 de altura, delgado, cabello negro y ojos oscuros, si alguien tiene información sobre él, le rogamos que escriba a…”.
Bastante antes, Luigi Pirandello ya había profetizado en Matías Pascal: “¿Quién puede imaginar el número de gente como ustedes o como yo, que dejan sus sombreros y sus abrigos con una carta en el bolsillo en el parapeto de un río y, en lugar de tirarse al agua, se va tranquilamente a América Latina…?”. El misterio (...)