Al leer los informes sobre la intervención del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 17 de septiembre de 2005, se podría creer que golpeó el podio con su zapato, gritando: “¡Nosotros les enterraremos a ustedes!” La cobertura que hicieron los medios de comunicación estadounidenses de ese discurso estaba llena de alegatos, según los cuales Ahmadineyad se habría mostrado “amenazante”, “agresivo” e “inflexible”. En el Washington Post, Dafna Linzer llegó a pretender que Ahmadineyad habría afirmado que Estados Unidos “había atraído sobre sí la devastación del ciclón Katrina”.
¿Por qué semejante tratamiento? No se puede confiar en Irán, responden los comentaristas favoritos, que monopolizan las páginas editoriales y los talk-show de los medios de comunicación estadounidenses: el “descubrimiento”, en 2002, de un “programa clandestino de enriquecimiento de uranio” probaría que Teherán intenta conseguir armas atómicas. Pero lo mismo que las “revelaciones” sobre el programa de (...)