El arte de la prestidigitación consiste en dirigir la atención del público para que no se dé cuenta de lo que tiene ante sus ojos. En el corazón de la epidemia de covid-19, el juego de manos adoptó la forma de una gráfica con dos curvas, difundida en las pantallas de todo el mundo. Como abscisa, el tiempo; como ordenada, el número de casos graves de la enfermedad. Una primera curva, en forma de pico agudo, muestra el impacto de la epidemia si no se hace nada: rompe la línea horizontal que indica la capacidad máxima de atención hospitalaria. La segunda curva representa una situación donde las medidas de confinamiento permiten limitar la propagación. Débilmente abombada, como el caparazón de una tortuga, se desliza bajo el umbral fatídico.
Exhibido desde Washington hasta París, pasando por Seúl, Roma o Dublín, el gráfico señala la urgencia: dilatar en el tiempo el ritmo del (...)