¿Qué rumbo está tomando Marruecos? Nadie tiene la respuesta a esta pregunta. Ni siquiera el rey Mohamed VI. El monarca ha reconocido públicamente los límites de un modelo que, sin embargo, en 1999, garantizó la transición del régimen de su difunto padre Hasán II al suyo. “El deber de transparencia y objetividad obliga a matizar el balance positivo, en la medida en la que los avances y los logros que se han alcanzado hasta ahora todavía no han tenido, lamentablemente, las repercusiones suficientes en el conjunto de la sociedad”, volvía a repetir el soberano en vísperas de la Fiesta del Trono, en julio de 2019.
Este modelo representa una monarquía omnipotente que asegura el fomento de una economía ultraliberal mediante los organismos públicos con tal de realizar extraordinarios proyectos: una línea de tren de alta velocidad (LGV, por sus siglas en francés) que unirá las ciudades de Casablanca y Tánger, una (...)