- M. Ángeles Díaz Barbado. — Sin título, 2005
El 3 de junio de 1924 en el Sanatorio Hoffmann en Kierling, no lejos de Viena, moría Franz Kafka. Una larga enfermedad respiratoria, que derivó en tuberculosis, precipitó su muerte. Los amigos que lo acompañan serán los testigos de su debilidad y del silencio que domina sus últimos días. Apenas podrá comunicarse mediante pequeños mensajes escritos. Dora Dymant y Robert Klopstock, que lo acompañaron de regreso de su último viaje a Berlín para ingresarlo en el sanatorio, lo acompañarán hasta el último momento. En aquellos días últimos, Max Brod, amigo fiel, lo visitaba con frecuencia. De su mano tendremos un testimonio emocionado, paralelo al que Milena Jesenská publicara en el Národní listy de Praga en aquellos días.
Quiero imaginar la luz de aquella habitación. Abierta a los bosques de Viena (...)