Tanto historiadores como sociólogos han demostrado abundantemente que los tutsis y los hutus no constituyen tribus o etnias: no aparecieron en distintos territorios; comparten la misma lengua, la misma cultura, las mismas referencias religiosas. Tampoco se trata de castas, ya que, en cualquier época, los matrimonios mixtos siempre han sido frecuentes.
Así pues, el vocablo más adaptado es el de “órdenes”, en el sentido de las que existían en Francia antes de 1789. Ahora bien, si se piensa en la Europa prerrevolucionaria, se ve que las órdenes organizaban una enorme variedad de relaciones, entre sus miembros y, a la vez, unos con otros. En Ruanda, el contrato informal patrón-cliente, el ubuhake, era extremadamente duro, dado que asignaba a la masa de campesinos hutus un estatus cercano a la servidumbre. En Burundi, el contrato de ubugabire establecía relaciones más tolerables: el trabajo era puntual y remunerado en especie (mediante el uso del (...)