El rumbo que tome Rusia en la próxima década está supeditado al desenlace del conflicto que desde julio opone el Kremlin al magnate petrolero Mijail Jodorkovsky. A pocas semanas de las elecciones legislativas del 7 de diciembre, el choque se tornaba inevitable, dado que ciertos oligarcas -encabezados por el ex jefe de Yukos- planeaban "privatizar" la próxima Duma alcanzando allí una minoría capaz de bloquear sus decisiones. Pero el presidente Vladimir Putin también tomó la iniciativa a raíz de la inminencia de nuevas privatizaciones -las de los monopolios estatales como Gazprom- y del comienzo de las grandes inversiones extranjeras en sectores estratégicos: no podía aceptar que los oligarcas, al aumentar su control sobre la economía, fueran los únicos que decidieran sobre las condiciones en que las empresas multinacionales se insertarían en ella.
La comunidad internacional observa ese combate tratando simultáneamente de mantener una apariencia digna y de proteger sus intereses, a (...)