La corrupción política adquiere también formas que la ley no sanciona. En momentos en que la cuestión del “regreso al Estado” se plantea casi en todas partes, ¿cómo no preguntarse a qué intereses sirve?
Hace un año, en enero de 2008, el ex primer ministro británico Anthony Blair fue contratado por el banco estadounidense JPMorgan Chase como consejero a tiempo parcial. Un tiempo parcial remunerado correctamente: 1 millón de libras esterlinas al año (1,06 millones de euros). ¿Acaso alguien imagina que JPMorgan hubiese concedido tal sinecura a Blair, si cuando éste residía en el 10 Downing Street hubiese tomado medidas rechazadas por los bancos para, por ejemplo, prevenir un derrumbe financiero? ¿Es realmente una casualidad que Gerhard Schröder se haya convertido en marzo de 2006 en asesor, con 250.000 euros anuales de promedio, de una empresa de transporte de gas, filial de Gazprom, que él mismo había bautizado en tiempos en (...)