En “El arte de la vida” Zygmunt Bauman nos describe las condiciones que fabricamos cotidianamente para vivir nuestras vidas. Inmersos en una sociedad de consumibles fugaces y efímeros, la “sociedad moderna líquida” será quien determine, en última instancia, nuestras elecciones vitales. Con una didáctica magistral y preguntas ácidas Bauman propone, por ejemplo, volver a degustar el placer de una pausa o de una espera, que no nos permitimos encontrar en el entorno social instantáneo. En la vorágine cotidiana impuesta por la sociedad de consumo reemplazamos de manera inconsciente, muchas veces, valores humanos por bienes materiales, confundiendo de este modo, la prosperidad con la felicidad. La sociedad líquida en que vivimos nos induce a creer que “…el objetivo del arte de vivir debe y puede ser la felicidad, aunque no está muy clara esta cuestión”.
Ahora bien, ¿Por qué la vida se crea como una obra de arte? La respuesta de Z. (...)