Las convulsiones contemporáneas no deben hacernos olvidar la larga historia indoafgana, de la que Alejandro Magno, que llegó al Indo en el siglo IV a. C., fue una de las figuras fundadoras. Un siglo después, la muy refinada cultura grecobudista floreció en Bactria, a caballo entre los actuales Estados de Afganistán, Tayikistán y Uzbekistán, bajo la influencia del Imperio Maurya, que se extendía desde la llanura del Ganges hasta Afganistán. Simbólicamente, los talibanes trataron de borrar esta historia destruyendo los Budas de Bamiyán en marzo de 2001.
Punto de encuentro de las civilizaciones india, griega y persa, Afganistán se abrió al islam en el siglo vii. Con Mahmud de Ghazni (971-1030) comenzaron las expediciones destructivas hacia la India, donde se establecieron sultanatos a partir del siglo xiii. Los hindús indios de hoy consideran este hecho como el inicio de la conquista musulmana de su país, que alcanzó su punto de apogeo (...)