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Una Europa todavía por construir

Debate engañoso sobre la Constitución europea

Desde ahora hasta finales de 2006, el gran acontecimiento europeo será la ratificación, por parte de los 25 miembros de la Unión, del tratado que establece una Constitución para Europa.

La aprobación por vía parlamentaria o referéndum, de un documento que anuncia una ambición tal, debería estar precedido de un balance de las acciones de la Unión, en particular en lo que respecta a sus socios de África, Caribe y Pacífico (leer Los acuerdos leoninos que la Unión Europea impone a África, y de un examen exhaustivo de su contenido. Y este no es el caso. Si tuviera lugar un debate, se pondrían de manifiesto las intenciones de la Parte Tercera de la Constitución en la que dominan los términos “mercado”, “banca”, “competencia” o “capital”.

por Bernard Cassen, febrero de 2005

Un espectro planea sobre la ratificación del “tratado para establecer una Constitución Europea”, adoptado por los vein­ticinco países miembros el 18 de junio de 2004, y firmado en Roma el 29 de octubre siguiente. El peligro reside en que no se entienda, o –más grave aún– que se entienda demasiado bien. Es cierto que un texto de 324 páginas, dividido en cuatro partes, a las que se suman las 460 páginas de los dos anexos, 36 protocolos y 50 declaraciones, llega a desanimar al lector común. Y si dicho lector decide comparar esa “Constitución” con la de su propio país, comprobará que es de 10 a 15 veces más extenso (14,7 veces más en el caso de Francia) lo que contradice las proclamadas intenciones de “acercar Europa a sus ciudadanos”.

Si ese ciudadano tipo, deseoso de conocer bien lo que se le pide aprobar, decide dar una primera mirada al texto (...)

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