Al tratar, a menudo en caliente, las cuestiones graves vinculadas a la paz y al Derecho humanitario, el Consejo de Seguridad y, en menor medida, el Secretario General de la ONU atraen todas las miradas, eclipsando así a los otros actores del sistema. Entre los relegados de la onda mediática figuran… los pueblos. Se suele olvidar que la Carta de San Francisco empieza con esta fórmula: “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas…”, que hace que los gobiernos sean simples mandatarios de sus poblaciones.
¿Cláusula de estilo? Quizás. ¿Forma de pensar? Seguramente. Los fundadores de la ONU estaban impregnados de los “innumerables sufrimientos” causados por la guerra que acababa de terminar. Además, pretendían ser los continuadores de un humanismo filosófico y político que se encuentra, por ejemplo, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada en 1948: “La voluntad del pueblo constituyen la base de la autoridad del poder (...)