Con la excepción de Brasil, los países de América del Sur y Central son modestos consumidores de energía primaria. En cuanto a producción, Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, justo por delante de Arabia Saudí, pero su producción lleva más de quince años cayendo: 750.000 barriles diarios en la actualidad frente a los 3,34 millones de barriles diarios de 2006 (Fuente: BP). Desde abril de 2019, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea han impuesto un embargo a la empresa Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) con la idea de derrocar al presidente electo Nicolás Maduro y apoyar a un opositor de derechas, Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino. Hasta esa fecha, parte del crudo especialmente pesado y viscoso de Venezuela se refinaba en Texas y Luisiana. Tras las sanciones económicas impuestas a Caracas, Washington sustituyó este petróleo por crudo ruso. Desde entonces, China ha estado comprando bajo descuento la mayor parte de las exportaciones de PDVSA.
Ante el aumento del precio del barril por las sanciones impuestas a los rusos, la Administración de Joseph Biden trabaja, desde el comienzo de la guerra en Ucrania, en un acercamiento a Venezuela. Pero para satisfacer la nueva demanda mundial, el grupo venezolano debería invertir masivamente en exploración y nuevas perforaciones (12.000 millones de dólares anuales durante cinco años, según The Wall Street Journal, 6 de marzo de 2022). El gas es una cuestión menos estratégica para el continente, ya que solo los buques metaneros de Trinidad y Tobago (y en menor medida los de Perú) suministran GNL en el mundo entero.