En Una visita a Voltaire y Rousseau, James Boswell (Edimburgo, 1740 - Londres, 1795) nos ofrece una buena muestra de su personalidad: un escritor a gusto en los salones de la Ilustración, pero que apenas logra ser un ilustrado. Su dietario, moderno en su estilo vívido y fácil, se centra en las muchas extravagancias de ambos pensadores, sus modos y maneras, a fin de dotar de profundidad humana a gigantes morales e intelectuales. Su lectura, siglos después, sugiere que, a pesar de haber conocido a algunas de las personalidades más avanzadas de su tiempo, el de Edimburgo no logró redimirse de sus costumbres marcadas por las distinciones de clase, dinero o religión.
No logra el autor del Diario londinense (1762-1763) conquistar la capacidad de autoengaño del filósofo suizo, ni siquiera cuando se trata de cuestiones del corazón o la libido (“Las mujeres son la pasión que le domina”), ni supera su (...)