Las plantaciones de caña de azúcar no eran mataderos: funcionaban según un sistema de trabajo basado en la explotación y en la opresión, al cual los esclavos se adaptaban y contra el cual luchaban al mismo tiempo. Aun en las peores plantaciones lograban fundar comunidades, limitar los aspectos más deshumanizadores del sistema, establecer redes de comunicación, desarrollar una vida espiritual y transmitir culturas nacientes.
Durante mucho tiempo se creyó que la trata generaba una inestabilidad cultural masiva: al llegar a la costa occidental de África, los nuevos esclavos, de orígenes étnicos y lingüísticos diversos, ingresaban en una especie de vacío cultural, y los que sobrevivían a la travesía necesitaban años para reconstruir su universo perdido. Pero, según investigaciones más recientes, el proceso de recreación y de transformación cultural había comenzado sin duda antes de que los africanos subieran a bordo de los buques negreros.
Los esclavos transportados hasta la costa africana probablemente (...)