Unos niños salen en desbandada de un recinto prefabricado. Sentados, apretados unos contra otros en sus bancos, algunos terminan de copiar sus lecciones. Estamos en Marib, uno de los bastiones que sigue bajo el control del Ejército gubernamental yemení, en guerra contra los rebeldes hutíes. Ahmed Mubarah, encargado de seguridad del campo Al Koz, afirma que en él viven seiscientas familias, lo que equivale a tres mil desplazados. Han construido un colegio para tratar de reescolarizar a una juventud a menudo privada de educación desde el comienzo de la guerra civil, a finales de 2014. Su origen es diverso. En total, hay representadas trece gobernaciones, sobre todo del noroeste, ocupado por los rebeldes.
Mahsah Saleh, profesor voluntario, hace “lo que [puede] para que [sus] alumnos se concentren” y poder “transmitirles algo”. Las condiciones de aprendizaje son particularmente difíciles. El ala izquierda de la pequeña escuela ya no tiene acceso a la (...)