Hace cincuenta años, un 20 de julio, los negociadores franceses y vietnamitas firmaban en Ginebra los acuerdos de alto el fuego, supervisados por la comunidad internacional: Estados Unidos (poco entusiasta), Reino Unido, Unión Soviética y, sobre todo, China Popular (que participaba por entonces de su primera conferencia internacional) “tomaban nota”. Unas semanas antes, el 7 de mayo de 1954, los últimos defensores del campo de Dien Bien Phu, extenuados, vencidos por una batalla ininterrumpida de 55 días, habían reconocido con gran pesar la superioridad del adversario. Una guerra terminaba. Así, esos “viets”, esos “hombrecitos amarillos” otrora tan despreciados, habían derrotado a uno de los principales ejércitos occidentales que contaba con el apoyo del poderoso aliado estadounidense.
Cuesta imaginar la repercusión que pudo tener este acontecimiento en el mundo colonizado o dominado, particularmente en los territorios franceses de ultramar: los colonialistas habían sido vencidos, un ejército regular derrotado. El Presidente del Gobierno (...)