¿Qué tienen en común la cosmovisión andina de los kallawayas en Bolivia, el arte del pizzaiolo napolitano, la recolección del teucrio en el monte Ozren en Bosnia-Herzegovina y la gestión del riesgo de avalanchas en Suiza y Austria? Nada, más allá del hecho de que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) incluyó todas estas prácticas en la categoría de patrimonio cultural inmaterial (PCI) y su salvaguardia. Como se puede ver, el concepto es amplio.
Según la Unesco, el PCI engloba toda manifestación que, transmitida “de generación en generación, es recreada constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana”. En otras palabras, las técnicas artesanales, las tradiciones orales y las (...)