El 20 de noviembre pasado se celebró el centenario de la Revolución Mexicana. La primera gran revolución social del siglo XX. Una gesta conducida por dos legendarios héroes populares, Emiliano Zapata y Pancho Villa, que conquistaron para obreros y campesinos: derechos sociales, reforma agraria, educación pública, laica y gratuita, y la seguridad social.
A cien años de distancia, paradójicamente, la situación de México, “es análoga, en muchos aspectos, a la que prevalecía a finales de 1910: concentración de la riqueza a niveles insultantes y amplitud de los atrasos sociales; distorsiones a la voluntad popular; vulneraciones a los derechos laborales y sindicales; negación de garantías básicas por la autoridad; claudicación de la soberanía ante los capitales internacionales y un ejercicio oligárquico, patrimonialista, tecnocrático e insensible del poder político”.
A ese deprimente catálogo se suma una guerra. O mejor dicho, tres guerras: la de los cárteles del narcotráfico entre sí por el control de (...)