Serguéi Shikalov tiene 38 años. Guarda recuerdo de un breve periodo en el que Rusia fue distinta, una década en la que uno podía creer que el país, al dejar atrás el choque de la transición, iba a acercarse a las normas culturales, políticas y sociales asociadas a Europa occidental. Para unos gais que nacieron en lo que era la Unión Soviética, crecieron bajo la perestroika y vivieron sus primeras aventuras durante aquellos años caóticos en los que la irrupción del capitalismo salvaje hacía buenas migas con el mantenimiento de las normas morales soviéticas, un mundo nuevo parecía al alcance de la mano.
Resulta difícil saber cuándo se cerró aquel paréntesis. “Pero ‘aquello’ sucedió muy rápido. Fue una caída en picado”, escribe Serguéi Shikalov, afincado en Francia desde 2016, en su primera novela, escrita directamente en francés y que tiene mucho de (auto)biografía de una generación. En 2012, “cuando Vladímir Putin (...)