Es cosa sabida. Pese al inaudito derroche de violencia contra la población civil y la destrucción sin precedentes de las infraestructuras urbanas, casi ninguno de los Estados árabes acudirá en ayuda de los palestinos, ni de Gaza ni de Cisjordania, como tampoco de los libaneses. El antiguo “frente del rechazo” —constituido en la década de 1970 tras el acercamiento entre Egipto e Israel— se ha dispersado debido a la distancia geográfica (en el caso de Argelia), guerras civiles o el colapso del Estado (en los casos de Irak, Libia, Siria o Yemen). En cuanto a las monarquías del Golfo, al margen de una fachada de solidaridad —sobre todo diplomática y limitada al interior de la ONU— o de incómodos silencios, sus dirigentes aúnan duplicidad, complejo de inferioridad militar y fascinación con Israel, sin olvidar la voluntad de defender sus propios intereses estratégicos.
Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) ofrecen, por ejemplo, una (...)