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Un “feminismo” bombardero

por Anne-Cécile Robert y Pierre Rimbert, noviembre de 2024

En un universo de relaciones internacionales donde imperan altos niveles de testosterona, la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, asumió el cargo en 2021 pertrechada con una doctrina rompedora: la “diplomacia feminista”, “parte esencial de nuestra política exterior inspirada en valores”. Se trata, según detalla un documento del Ministerio, de “cultivar un ‘reflejo feminista’”, de estar atentos a “los riesgos sexoespecíficos y a las vulnerabilidades interseccionales”, de implementar “la ‘Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad’ de las Naciones Unidas”, y de “crear espacios protegidos” (1). Con el ejército israelí bombardeando sistemáticamente escuelas y hospitales en Gaza, una zona donde la mayoría de las víctimas son mujeres y niños, a la ministra Baerbock se le presentaba la ocasión de llevar a la práctica la “diplomacia feminista”.

El pasado 10 de octubre, en su discurso ante el Bundestag en conmemoración de las masacres cometidas por Hamás en Israel un año antes, la ministra no dijo palabra sobre la situación de los palestinos. Lo que sí hizo fue exponer una interpretación muy personal del derecho internacional. “La legítima defensa significa, por supuesto, no solo atacar a los terroristas, sino destruirlos. Por eso fui tan categórica: cuando los terroristas de Hamás se refugian entre la población o se esconden en las escuelas, entramos en un terreno muy delicado; pero no por ello evitaremos pronunciarnos. Por eso dejé claro en la ONU que hasta los lugares civiles pueden perder su condición de protegidos, ya que los terroristas la aprovechan en su favor. Esta es la posición de Alemania, esto es lo que significa para nosotros la seguridad de Israel”.

Especialista en derecho internacional, Baerbock confunde deliberadamente la excepción con la regla. Si bien el uso de “escudos humanos” puede hacer de una infraestructura civil un objetivo militar legítimo, solo puede tratarse de una excepción puntual al principio general de protección de los civiles. Una excepción acotada por la necesidad (la imposibilidad de actuar de otro modo) y la proporcionalidad (unos medios adaptados a los objetivos). La destrucción sistemática de centros de salud, escuelas o establecimientos culturales, y de campos de refugiados mediante bombas pesadas que causan inevitablemente un gran número de víctimas, claramente queda fuera de este marco. Además, el hecho de enfrentarse a un enemigo sin ley ni escrúpulos no exime en modo alguno a un Estado de su obligación de proteger a los civiles, ya que “el valor de unas vidas inocentes no puede verse mermado por las actuaciones injustas de un tercero” (2). El número especialmente alto de niños entre las decenas de miles de muertos supone trastocar por completo las leyes de la guerra adoptadas después de 1945.

A principios de 2024, la ministra ecologista ya había causado sorpresa entre sus compañeros Verdes dando el visto bueno a la entrega de cazabombarderos Eurofighter a un país puntero en el tema de los derechos de las mujeres como es Arabia Saudí, bajo el argumento de que el Reino había ayudado a proteger a Israel de los misiles lanzados por los hutíes de Yemen.

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(2) Romain Douillard, “Les boucliers humains dans les conflits contemporains” (PDF), Nota de investigación n.° 112, Institut de Recherche Stratégique de l’École Militaire (Irsem), 12 de marzo de 2021.

Anne-Cécile Robert y Pierre Rimbert