Reducir el recurso a la prisión preventiva aparece como una herramienta eficaz en la lucha contra la sobrepoblación carcelaria, crónica en la mayoría de los países europeos. En los Países Bajos, apenas afectaba a 16.000 personas en 2013, frente a 23.000 en 2004. Los inculpados esperan a ser procesados durante menos tiempo y, a menudo, lo hacen fuera de los muros de la prisión gracias al arresto domiciliario bajo vigilancia electrónica o al pago de una fianza.
Esta evolución se inspira en el ejemplo de Finlandia, donde el régimen de “detención preventiva” sólo se aplica desde 1971 a los delincuentes violentos y peligrosos. Mientras que en los años 1950 ese país exhibía un nivel de encarcelamiento –todos los tipos de detención incluidos– casi cuatro veces mayor al de sus vecinos, la cantidad de recluidos por este motivo descendió un 90% en un año. Actualmente, el índice de encarcelamiento de Finlandia ha (...)