El aborto continúa siendo un sacrilegio. Al igual que la anticoncepción, está más o menos ausente en la formación médica. La ignorancia y los prejuicios al respecto persisten, inclusive en los más altos niveles: cuando era ministro de Sanidad, en 2004, Philippe Douste-Blazy había elogiado la IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) terapéutica como un medio para “preservar el futuro de la fecundidad de una mujer”, declaración que, al sugerir que el método quirúrgico generaba esterilidad, hizo que reaccionaran los profesionales involucrados. Durante su investigación, en la misma época, la periodista Olivia Benhamou se sorprendió al descubrir que el anuario electrónico de los profesionales de la salud recomendado en el sitio del Ministerio, y prologado por Douste-Blazy, sólo daba como resultados, al buscar “aborto”, la dirección de asociaciones anti-IVE como “Laissez-les vivre” o “SOS Bebés”...
Martin Winckler lo afirma sin rodeos: Francia, más que otros, “sigue siendo un país donde se considera (...)