La simpatía que despierta el general Miaja al cronista Manuel Chaves Nogales (1897-1944) se convierte en admiración contagiosa a medida que avanza este relato que el periodista recrea en 1938, un año después de ocurridos los hechos, pero lo hace con una intensidad y emoción insuperables.
Chaves Nogales recurre al presente de indicativo para acentuar el dramatismo de la acción y para acortar la distancia que nos separa del testimonio del narrador. Su recreación documental respeta el rigor histórico pero añade efectos literarios a cada asalto, cada jornada en el frente, cada bombardeo de las tropas de Franco contra la capital de España, prácticamente indefensa.
El enfrentamiento entre las tropas nacionales, bien pertrechadas y organizadas, y un ejército de milicianos en su mayoría indisciplinados y faltos de armamento, pone al general Miaja en una situación desigual. El cronista sigue al personaje y registra cada gesto, cada orden, cada desaliento del responsable (...)