El mundo de 2007 se ha acabado, ya no existe como tal, ni volverá jamás. Es un mundo que se está deshaciendo poco a poco ante nuestros ojos, pero sin darnos cuenta. No obstante los cambios en marcha, las fuerzas que van a sacar bruscamente las mutaciones a la luz y las van a intensificar aún más se están fraguando en la trastienda. Y no son otras que el progresivo agotamiento de los combustibles fósiles o el principio del fin de la era de la energía barata. También los límites ecológicos planetarios frente al despliegue sin fin del actual capitalismo global y la civilización industrial.
Ramón Fernández Durán falleció el pasado mes de mayo. En este libro, uno de sus últimos textos, aborda un horizonte próximo que, más allá de los tintes apocalípticos –nada irreales–, plantea supuestos de supervivencia adonde llegar, tan lejos como en 2030, en las mejores condiciones (...)