El 25 de mayo de 2017, bajo un cielo soleado, el patriarca Cirilo I de Moscú y de toda Rusia inauguraba la nueva iglesia del Monasterio Sretenski, en el corazón de la capital. A su lado, el presidente Vladímir Putin, con rostro solemne e impasible, observaba todos los ritos. Después le entregaba al patriarca un icono de cuatrocientos años de antigüedad, que representaba a San Juan Bautista, el profeta que anunció la llegada de Jesús, y que hasta ese momento decoraba su despacho del Kremlin. En adelante, estará colgado sobre el altar de este nuevo lugar de culto.
La imagen de un patriarca ortodoxo junto a un jefe de Estado ruso habría resultado extraña hace algunas décadas. Situada a unos metros de la Lubianka, el edificio del Ministerio del Interior soviético, símbolo de la gran represión de los años 1930, la iglesia está dedicada a la memoria de los “mártires de (...)