¡Huy! Por qué todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar

Es absurdo intentar desviar la atención. El descalabro financiero sigue cobrándose piezas y los daños asociados, humanos y materiales, van conformando una lista inacabable. Muy superior, de momento, a la ingente cantidad de literatura que la crisis sigue generando. En una predicción, al menos, coinciden los críticos: ninguno de todos esos libros, por ­sesudos e importantes que se presenten, resultarán tan gratificantes, informados y maliciosamente divertidos como esta obra del autor de El puerto de los aromas. Aparte de la codicia sin límites, Lanchester subraya el papel de “los cálculos asombrosos, demencialmente equivocados, que los matemáticos financieros realizaron acerca del riesgo”, concepto clave en el relato. Por ejemplo, las cuatro razones que, según el autor, explican la renuncia a amenazar con la nacionalización, la primera de las cuales no es una verdadera razón, sino una auténtica farsa política: “Que el Gobierno sería mal administrador. Ésta es la única razón que (...)