De la Organización de los Estados Americanos (OEA) a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pasando por la Unión Europea y el presidente de Estados Unidos Barack Obama, la reacción ha sido unánime: una condena sin atenuantes del golpe de Estado que, el 28 de junio, derrocó al Presidente hondureño Manuel Zelaya, expulsado manu militari a Costa Rica. Al evocar “la restitución inmediata del Presidente Zelaya al cargo y las funciones que la soberanía popular han otorgado a éste”, el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D’Escoto, afirmó de entrada: “Ninguna otra alternativa será aceptable para la comunidad internacional”.
No obstante, algunos se han cuestionado la legitimidad “del ex-presidente (¡!)” que había “violado la Constitución” al pretender modificarla “para poder postularse a un nuevo mandato” (cuando ésta lo prohíbe) en las elecciones presidenciales del próximo 29 de noviembre. Error (o mentira). Apoyado por cuatro cientas mil firmas, (...)