En la City de Londres, los consultorios de los psicólogos son tomados por asalto por traders con graves síntomas depresivos. Una depresión que tiene la inédita particularidad de ser tan contagiosa como la gripe. Estamos sólo en los comienzos de una epidemia que no se va a limitar a las orillas del Támesis. Debería afectar a todos los que, profesional o intelectualmente, se han bañado en un caldo de cultivo neoliberal al que consideraban no como una ideología entre otras, sino como el orden natural de las cosas. Con la debacle de las finanzas globalizadas, sienten que el suelo se hunde bajo sus pies. Están viviendo el mismo trauma que los aparatchiks y los aduladores del “socialismo real”, después de la implosión del sistema soviético.
Entre los que corren los mayores riesgos están la gran mayoría de los economistas (incluidos ciertos Premios Nobel), los editorialistas de los medios de comunicación dominantes, (...)