Cada vez se entiende menos lo que pasa. Nuestras sociedades, llamadas “avanzadas”, sobre todo en Europa, parecen estar sumidas en un estado de profundo estupor político y social. Nunca había sido tan fuerte en nuestra sociedad el rechazo al poder y a sus representantes políticos, considerados como incompetentes y corruptos. Y nunca este rechazo, y especialmente el generado por el aumento de las injusticias globales provocadas por nuestro sistema político y económico, había encontrado tan pocas respuestas positivas y solidarias.
En el seno del componente transformador de los movimientos contestatarios organizados y socialmente activos, se está afirmando un cuestionamiento de la sociedad que entronca con tradiciones libertarias y ecologistas. Para los actores de esta corriente se trata de denunciar, desde el mismo movimiento, el capitalismo y el poder político como las dos caras de una misma opresión contra los individuos y contra la sociedad. Esta crítica también alcanza a las (...)