La libertad es a menudo invocada para justificar la acción política. Los presidentes de Estados Unidos Woodrow Wilson, Franklin D. Roosevelt, John F. Kennedy, Ronald Reagan y George W. Bush, por ejemplo, formularon sus políticas a partir de alguna variante del noble ideal de la libertad. Sin embargo, las declaraciones universales y los elevados discursos se pervierten y convierten con demasiada facilidad en sucias políticas de explotación, desigualdad e injusticia en cuanto ponen los pies en el suelo, socavando así la fe en teorías universalistas.
Para David Harvey, los proyectos políticos que ignoran la complejidad de la geografía están condenados al fracaso; incorporar el saber geográfico y antropológico en la formulación de las estrategias políticas y sociales es una condición necesaria para alcanzar una democracia genuina. A partir del espacio, el lugar y el entorno, Harvey reconstruye de una manera radical el conocimiento geográfico para reformular la teoría social y (...)