Incluso el aldabonazo de los artistas contra la guerra, suscitado sobre todo por los cineastas como paradigma de la función de los creadores en una sociedad democrática, quedó pronto ahogado por los medios oficiales. Y, sin embargo, algo grave parece ocurrir cuando en los foros sectoriales más diversos, desde autores literarios a editores, desde cineastas y productores a editores de prensa, se repite con reiterada frecuencia en tiempos recientes el clamor sobre la crisis.
Resulta chocante, en todo caso, que las contadas ocasiones en que durante los últimos años se ha producido alguna polémica en este campo hayan venido generalmente dadas como reacción a la pluma provocadora de algunos columnistas ultraliberales que, con fundamentalismo extremista de “talibanes”, han conceptuado a la cultura como lo que se vende, a la globalización como modernidad liberadora, a la identidad cultural en tanto arcaísmo trasnochado y a la excepción cultural o las políticas culturales como (...)