A principios de diciembre de 2004, dirigentes chinos más bien molestos visitaron al presidente angoleño José Eduardo Dos Santos. Días antes, la asociación británica Global Witness había dado a entender públicamente que los 2.000 millones de dólares de crédito acordados para Luanda por el banco estatal chino Eximbank corrían riesgo de ser desviados. Oficialmente, esta suma había sido asignada para reconstruir las infraestructuras angoleñas, destruidas por treinta años de guerra civil (electricidad, ferrocarriles y edificios administrativos). A cambio, China recibiría 10.000 barriles de petróleo por día.
Parte de esos 2.000 millones fue en efecto desviada a favor de la propaganda gubernamental con vistas a las elecciones generales de 2006. Y, bajo presión china, el 9 de diciembre de 2004 se solicitaba a Antonio Pereira Mendes De Campos Van Dunem, conocido intermediario del círculo de negocios internacional, que renunciara a su puesto de secretario del consejo de ministros. En un abrir y (...)