Al presentar finalmente, en La venganza de los Sith (episodio III de la “primera trilogía”) el momento crucial de toda la saga de La Guerra de las galaxias, a saber, la transformación del “buen” Anakin en el “malo” Darth Vader, el director George Lucas establece un paralelismo entre el individuo y la política. A escala del individuo, la explicación remite a una suerte de budismo pop: “Anakin se transforma en Darth Vader porque siente apego por las cosas, explica Lucas. No logra separarse de su madre. No logra separarse de su novia. No logra renunciar a los objetos. Ese apego lo vuelve ávido. Y si usted es ávido, está en el lado oscuro del camino porque tiene miedo de perder lo que posee”. La Orden de los Jedi aparece, en cambio, como una comunidad masculina cerrada, que prohibe a sus miembros todo apego, como una nueva versión de la comunidad (...)
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La guerra de las galaxias, Episodio III
Capitalistas sí, pero Zen...
El budismo –tendencia New Age– experimenta un cierto auge, en competición con el cristianismo, como un intento de volver aceptable el impulso del capitalismo financiero y el estrés ligado al progreso tecnológico. Ni el director cinematográfico George Lucas escapa a esta influencia. Testimonio de ello La venganza de Sith, última criatura de la saga de La Guerra de las galaxias que se estrenará próximamente.
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