Esta es la historia de un gran malentendido. El pasado 30 de marzo, los jefes de la Fuerza Aérea, el Ejército y la Armada de Brasil anunciaron su renuncia conjunta. La prensa estaba exultante: para esta, los militares acababan de abandonar al presidente Jair Bolsonaro, al que desprecian abiertamente. “Misión cumplida”, titulaba el periódico Folha de São Paulo el 31 de marzo, mientras que su principal competidor, O Estado de São Paulo, destacaba la “resistencia del Estado Mayor a los intentos de Jair Bolsonaro de incluirlos en una aventura autoritaria”. Una semana antes, el presidente brasileño había asegurado a sus simpatizantes que “el pueblo puede contar con las Fuerzas Armadas para defender la democracia y la libertad”, es decir: para defender el derecho a oponerse a las restricciones impuestas por algunos gobernadores para contener la pandemia de la covid-19. Pero en esta ocasión, el vaso se ha colmado, según los (...)
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El resultado de una lenta colonización del poder
Brasil, una democracia militarizada
Gracias al presidente Jair Bolsonaro, los militares gozan de una representación sin precedentes en el Gobierno brasileño y en la administración pública. Las recientes desavenencias entre el jefe de Estado y destacados generales han alimentado los rumores de una asonada militar. Pero ¿por qué los oficiales de alta graduación iban a abandonar un barco que han puesto a flote y comandado ellos mismos?
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