Alemania, enero de 1919. Tras la abdicación del emperador Guillermo II, se observa en todas partes una agitación revolucionaria, pero también contrarrevolucionaria. En Berlín, resulta difícil para los diputados hablar sobre el futuro. Como en Weimar el ambiente está más calmado, este pueblo de Turingia que cobró prestigio gracias a Johann Wolfgang von Goethe es el escogido para albergar la Asamblea Nacional hasta otoño. El 6 de febrero de 1919, reunidos en una sala del teatro, los diputados empiezan a deliberar sobre los artículos de la Constitución que regirá la República Alemana venidera. Los soldados montan guardia por toda la ciudad.
Walter Gropius, un arquitecto berlinés de 35 años, también se halla en Weimar. Desmovilizado a finales de noviembre de 2018 tras haber combatido en el frente occidental durante toda la guerra y resultar herido en tres ocasiones, obtuvo el aval del Gobierno de la región para un antiguo proyecto: revitalizar (...)