Incontables fueron los jóvenes que acudieron del extranjero a París cuando la explosión de Mayo de 1968: anarquistas, guerrilheiros do pobo, maoistas, trostkistas y otros grupos que, en aquel bullicio, buscaban fórmulas de acción para importar a sus países. Allí encontraron a los situacionistas, a Pierre Bourdieu, Michel Butor, Gilles Deleuze, Althusser y otros intelectuales que les inspiraban con sus lemas pintados en los muros de la Sorbona y en las banderolas de las manifestaciones. Los españoles optaban por las lecciones de Agustín García Calvo, impartidas en el café “La Goutte d’Or” del Barrio Latino o en su cama en caso de indisposición, a las que asistí. Así que, a los personajes de la novela de Jesús Ferrero, Balada de las noches bravas, y a él mismo, es como si los hubiera conocido en aquel entonces.
A tales acontecimientos debo buena parte de mi compromiso moral, y nunca les agradeceré bastante (...)