El nombre de Tomoji Uchida resulta prácticamente desconocido por estas tierras. Y eso a pesar de haber fundado en 1936, junto con su marido Ito Shinjo, una escuela budista bien asentada en Japón. No obstante, esta información a penas nos resultará útil para interpretar esta obra.
La razón es que cuando el maestro Jiro Taniguchi recibió el encargo de realizar una novela gráfica sobre su vida, decidió centrarse en los hechos de su niñez y juventud. Pretendía de este modo explicar cómo Tomoji forjó su carácter, dejando para el final el etéreo romance que mantuvo con su futuro esposo.
De este modo, la obra retrata la típica vida de una mujer rural durante el periodo de entreguerras, con sus gozos y calamidades, sus tradiciones y, sobre todo, sus sacrificios. Y aprovecha también de paso para reivindicar la figura de su abuela Kin, quien ejerció de madre y le inculcó valores basados en (...)