Tiene razón la traductora de Strindberg (1849-1912) al español, Carmen Montes, al decir que en toda la inmensa obra del dramaturgo sueco hay “un punto de vista insólito y una temática novedosa”, y añade que sus novelas, cuentos, dramas, artículos, diarios, cartas y escritos de crítica social “siguen un criterio históricamente precoz”.
El libro es un homenaje a un autor autodidacta controvertido y polifacético –fue pintor y fotógrafo- cuya riqueza desconocemos en nuestro país. Un hombre al mismo tiempo “ateo y creyente, misógino y defensor de la mujer, conservador y anarquista”, aquejado de un trastorno de personalidad, pues la suya fue, o eso parece, múltiple y perturbadora.
Ilustrado con reproducciones de la obra pictórica (y fotográfíca), este volumen impecablemente editado resalta el paralelismo entre August Strindberg y, por ejemplo, Mark Rothko y subraya su aportación innovadora al naturalismo sueco, así como su influencia en la reforma expresionista del arte en (...)