Durante mucho tiempo la propaganda antisemita era marginal en el mundo árabe. Desgraciadamente, desde hace tres años ha levantado cabeza en varios países. Esta inquietante evolución no es ajena, evidentemente, a la degradación de la situación en Palestina: el fracaso de la cumbre de Camp David en julio de 2000, el estallido de la segunda Intifada y la escalada represiva del ejército israelí han golpeado sin duda a la opinión pública. Sobre ese terreno fértil han apostado las corrientes ultranacionalistas o religiosas para destilar su veneno, no sin complicidades dentro de los poderes instalados.
En 2002 se habló mucho de la serie televisiva egipcia “Caballero sin montura”, ese caballero virtual que, asesinando al dragón sionista, denunciaba el “complot judío contra Palestina” en nombre del “Protocolo de los sabios de Sión”.
Esa falsedad zarista se resiste decididamente a morir. A finales de 2003, el periodista Robert Fisk, cuyos compromisos son conocidos, se (...)