Al menos dos marcas inéditas dejará en la historia de Chile la presidenta Michelle Bachelet cuando, el 11 de marzo próximo, abandone el Palacio de La Moneda habrá sido la primera mujer que haya ocupado el sillón presidencial y lo hará con una adhesión ciudadana que, según las encuestas, supera el 70%. El apoyo que recibe en los sondeos se explica, en buena parte, por el sello de su gobierno, que ha definido como de “protección social”. Se trata de una batería de programas y reformas que apuntan a mejorar la calidad de vida de los chilenos a través de políticas públicas que atenúen los efectos del modelo económico neoliberal, cuyas bases matrices quedaron instaladas por la dictadura del general Augusto Pinochet, quien gobernó entre 1973 y 1990 y heredó un sólido entramado político, institucional y económico que gradualmente ha sido desmontado en los casi veinte años de gobiernos democráticos.
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